domingo, 27 de junio de 2010

Asco

"Antes sonreías más cálida y menos cínica, y eras más linda", le habían dicho.

Carla lloró de menos, tomó de más y durmió toda la mañana y toda la tarde. Se despertó a la hora de las brujas, cuando las personas se siente más tristes y los dioses se reclinan y se ríen; con la cabeza apoyada en el lado equivocado de la cama y la enredada sensación que te agarra cuando dormís al revés y las ideas van en contramano.
Había soñado con una mujer amarga que tenía polvo entre las arrugas, la cara resquebrajada. Una vieja que abría la boca más de lo que físicamente se puede y mostraba una garganta corroída de veneno, sin ningún diente que censurara, así fuese apenas, tan repugnante imagen. Y se le agitó el corazón.